El ayuno como gracia

Si tu salud te permite ayunar no dejes de hacerlo. Pero considéralo como una gracia. Vívelo con agradecimiento al Señor.

La víspera te dispondrás al ayuno con la petición humilde de la gracia de ayunar, preparándote a vivir y experimentar el gozo del ayuno. Este debe anular el pensamiento del sacrificio que supone no comer.

Disminuir la comida no es ayunar, puede ser sobriedad, austeridad, pero no ayuno. Si lo llamas así puedes ser chantaje. Ayunar es no comer, pero sí beber. 

El deseo de ayunar debe ir acompañado del deseo de Dios. No es suplencia del alimento, sino experiencia de que el alimento es de este mundo y anhelamos el otro. .

El ayuno como ausencia de alimento, es por ello mismo fuerte experiencia de la presencia de Dios. una presencia que lleva la fe a su límite. Se hace presente lo escatológico, lo definitivo, lo último, lo real. "El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo"( Rom. 14,17).  Es experiencia de Dios como "único necesario", como absoluto.

El ayuno es una gracia no merecida, Dispón tu espíritu a la pura adoración de Dios y a vivir y a experimentar la Eucaristía como acción de gracias y posibilidad de entrega total y permanente.

El ayuno te hace humilde, llevando tus posibilidades a experiencias límites. No te ceas mejor que otros porque ayunas. si es así deja el ayuno y como con acción de gracias.