BODAS DE DIAMANTE DE MADRE ANA MARÍA VOCES SIERRA, EN SUS NOVENTA AÑOS.


 





TENEMOS LA SATISFACCIÓN DE CELEBRAR LAS BODAS DE DIAMANTE DE MADRE ANA MARÍA VOCES SIERRA, PRECISAMENTE EN EL DÍA DE SU CUMPLEAÑOS, NOVENTA AÑOS DE VIDA Y SETENTA Y CINCO DE DE VIDA CONSAGRADA, UN LARGO CAMINO YA ANDADO LLENO DE VIVENCIAS DESDE QUE YA UN LEJANO DÍA LLEGÓ A VALLADOLID DESDE SU PUEBLO CARUCEDO EN LEÓN, LLEGO CON SU PAISANA Y AMIGA Y COMPAÑERA EDUVÍGUES RODRÍGUEZ, EN EL MONASTERIO SOR MARGARITA .

FUERON JUNTAS EN SU VIDA CONSAGRADA EN SU PROFESIÓN, EN EL TRABAJO, HASTA QUE ELLA FUE LLAMADA POR EL SEÑOR.

SOR ANA MARÍA INGRESÓ COMO HERMANA REALIZANDO VARIADAS TAREAS EN EL MONASTERIO COCINA, LAVANDERÍA, ENFERMERÍA, COSTURERA, PLANCHADO AL FINAL DE SU VIDA FUE ELEGIDA SUPERIORA Y  EN LA ACTUALIDAD  AÚN SIGUE EN PIE SIENDO LA PRIORA DE LA COMUNIDAD.

SE HA CARACTERIZADO SIEMPRE POR SU CARÁCTER AFABLE Y TENER EL DON DE LA AMISTAD, DISFRUTA ENORMEMENTE CON SUS AMISTADES A QUIENES QUIERE DE CORAZÓN.

DESDE EL MONASTERIO LA DESEAMOS LO MEJOR QUE DIOS LA BENDIGA Y SIGA MUCHOS AÑOS VIVIENDO ENTRE NOSOTRAS.



San Bernardo

 Como la doctrina de san Bernardo es tan amplia, necesariamente tenemos que seleccionar,  para que de verdad se convierta en alimento que nos nutre. Madre Angelines de Frutos presenta un “aperitivo” para acrecentar el apetito espiritual y para animarnos a saciar nuestra hambre y sed de Dios,  en esta gran fuente de espiritualidad.

Se trata del “Secreto de la paz interior”: Dice San Bernardo:

 

“¿Te das cuenta de que el que procede guiado por el Espíritu no permanece siempre en el mismo estado, ni camina siempre con la misma facilidad, y que no está en poder del hombre su propio camino, sino que lo determina el Espíritu que le guía, unas veces más lentamente, otras más aprisa, haciéndole olvidar lo que ya queda atrás y lanzándole a lo que está delante?

Por consiguiente, en el tiempo en que te veas atacado por la acedia o por el tedio, no pierdas la esperanza, ni desistas de tu celosa aplicación espiritual; más bien pide una mano al que ayuda y, siguiendo el ejemplo de la esposa, ruégale encarecidamente que te atraiga, hasta que reanimado por la gracia, vuelvas a sentirte más ligero y alegre, y puedas correr y decir: Corrí por el camino de tus mandatos, cuando me ensanchaste el corazón. Pero no te sientas tan seguro de ese don, que te parezca que nunca puedes perderlo.

En fin, no digas, cuando todo te va bien: No vacilaré jamás; así no te verás obligado a decir con lágrimas la continuación: Escondiste tu rostro y quedé desconcertado. Si eres inteligente, procurarás, siguiendo el consejo del sabio, en día de males no olvidarte de los bienes, y en día de bienes no olvidarte de los males” (SC  21, 4-6).